La citometría de flujo es una técnica muy importante en biología celular ya que permite hacer análisis detallados y precisos de células individuales.
¿Qué es y cómo funciona la citometría de flujo?
La citometría de flujo es una herramienta muy poderosa para estudiar una célula a la vez, de forma muy rápida y detallada.
¿Cómo lo hace? Las células individuales suspendidas en un líquido son iluminadas por láseres y unos detectores miden cómo la luz se dispersa o como la luz se transforma en fluorescencia (si las células han sido marcadas con fluorocromos). Las señales se recogen y se traducen en datos que podemos analizar en un ordenador.
Esta tecnología permite conocer muchísimas características de cada célula: su tamaño, su forma, la complejidad interna, la presencia de proteínas específicas en su superficie o en su interior, etc. Gracias a eso, no solo se puede analizar una población celular, sino también aislar o separar células concretas según lo que nos interese estudiar.
Las aplicaciones de la citometría de flujo son muy amplias: desde estudiar el sistema inmunitario o identificar tipos de bacterias o virus, hasta analizar células tumorales o controlar cómo evoluciona una infección.
Un nombre complejo para una técnica accesible (si sabes cómo usarla)
Aunque la citometría de flujo es una herramienta poderosa, no es un botón mágico que se pulsa y ya. Es una técnica sofisticada que requiere tanto destreza técnica como capacidad de análisis. No basta con manejar el citómetro; hay que entender lo que se está viendo y ser capaz de tomar decisiones en base a esos datos. Esto a veces genera respeto, o incluso miedo, entre los científicos cuando se están iniciando.
Manejar un citómetro de flujo significa entender todo el proceso de principio a fin. El esquema no es complejo, es importante entender y luego dominar cinco pasos esenciales: preparar las muestras, optimizar los ajustes del citómetro, adquirir las muestras, interpretar los resultados y presentar los resultados. Cuando eso se logra, la citometría deja de ser intimidante… y empieza a ser fascinante.

Veamos en qué consisten estos 5 pasos:
1. Preparar las muestras
Todo empieza aquí. Diseñar bien el experimento y preparar las muestras con mimo es lo que garantiza que el análisis tenga sentido. Las células deben estar bien individualizadas, ya provengan de cultivos adherentes o en suspensión, sin agregados, y mantenerse estables hasta el análisis. Muchos problemas surgen por pasar por alto que las células se adhieren entre sí y no hay citómetro que arregle eso después.
2. Optimizar los ajustes del citómetro
Se configuran los parámetros del equipo (voltajes, compensaciones, canales…) usando los controles adecuados; sin ellos, navegarás a ciegas. De esta forma nos aseguramos de que el citómetro detecte correctamente lo que buscamos.
Seguramente, el paso más complejo. Para ajustar bien los parámetros necesitas entender qué estás viendo, no solo seguir un protocolo. Además, es imprescindible seguir un diagrama de flujo paso por paso ¡y siempre guardar los cambios! Y por supuesto, tener una plantilla bien organizada ahorra tiempo… y errores.
3. Adquirir las muestras correctamente
En este paso, las muestras se introducen una por una en el citómetro para adquirir información sobre ellas. Una buena adquisición depende del orden, la preparación y del control del entorno. Hay que trabajar rápido, y normalmente en frío y sin luz directa: el tiempo, la temperatura y la exposición lumínica pueden modificar los resultados. Por eso, muchas veces es mejor analizar en tandas cortas que alargar el experimento durante horas.
4. Interpretar los resultados
Analizamos los gráficos generados y comparamos con los controles. En este paso podremos responder las preguntas para las que se ha llevado a cabo el experimento. Si los pasos anteriores se hicieron bien, esta parte se vuelve mucho más clara. Aun así, interpretar datos requiere criterio científico y, sobre todo, tener en cuenta los controles, porque todos los resultados se leen en relación a ellos. Aquí no vale improvisar.
5. Presentar los resultados
El objetivo ahora es mostrar los datos de forma clara y precisa para que otros puedan entenderlos. No se trata de saturar con gráficos, sino de elegir los justos y necesarios que realmente expliquen lo observado. En la mayoría de los casos bastan el control negativo y el ensayo; sólo si se presenta un protocolo por primera vez conviene incluir controles positivos.
Dominar la citometría de flujo no significa sólo saber qué botón pulsar, sino entender lo que pasa antes, durante y después del análisis. Cuanto más se comprende el proceso, más útil y potente se vuelve esta herramienta. Así, lo que al principio parecía complicado, se convierte en una de las formas más elegantes y eficaces de mirar el mundo célula por célula.
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Enlaces de interés
Citometría de flujo | British Society for Immunology
Flow Cytometry: An Overview – PMC
Citometría de flujo – Simple Science